Cuando no quieras sentir.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Para cada persona el infierno es algo diferente,
o cada uno tiene su propio infierno particular. Mi
descenso al nivel irracional de la existencia, donde se
vive por puro impulso, para fantasía y, por
consiguiente, pura locura. No, eso no es el infierno.
Cuando estoy allí tengo tan poca conciencia del dolor
como un hombre borracho; o mejor, mi dolor es una alegría.

Sólo al recuperar la conciencia siento un dolor
indecible...
El sufrimiento es uno. Se habla de sufrimiento como se habla del placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan. Cada vez que entran en nosotros, nos sorprenden como una sensación nueva y tenemos que reconocer que los habíamos olvidado. Son diferentes porque nosotros también lo somos: les entregamos cada vez un alma y un cuerpo modificados por la vida. Y sin embargo, el sufrimiento no es más que uno. No conoceremos de él, como no conoceremos del placer, más que algunas formas, siempre las mismas, de las que estamos presos. Habría que explicar esto: nuestra alma, supongo, no tiene más que un teclado restringido y aunque la vida se empeñe en hacerlo sonar, sólo podrá obtener dos o tres pobres notas.



Tu alma hecha de estiércol
no supera a la torpeza de tu cuerpo,
digno —en su inútil redondez—
del esfuerzo de cualquier escarabajo.
Cosa similar ocurre con tu cara
abarrotada de dinteles:
a leguas el viajero se distrae al ver
lo que tu frente anuncia con neones:
a kilómetros se nota
que eres un imbécil y lo ignoras,
acalambrado y ciego
por el puñal idiota de tu lengua.

Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión. De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa. Tanto me doy, me fatigo, me arrastro y me desgasto que no veo que instante de liberarme de esa prisión tan querida. Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro, hastiado ya de tanta exaltación y presunta genialidad, y se va en busca de alguien que es como soy yo con la gente que no me interesa. 

En realidad, tengo días que me siento mucho mejor. Siempre me pasa, siento que me están por consumir los nervios, mis emociones están hechas una montaña rusa, tengo insomnio, estoy completamente sumergida en la psicosis de la masa y de repente, relax. Me dí cuenta que todo lo que necesito es tiempo, tiempo y después me acomodo. Y que con cada desequilibrio me hago más y más fuerte, hoy soy tan fuerte que puedo soportar el doble de sufrimiento que ayer, hoy soy tanto mas fuerte que, puedo sonreír sin presiones en el pecho, ni agujeros vacíos que llenar en el alma.



Donde hay amor, la vida comienza una y otra vez. 

Hay días malos, donde el amanecer a pesar de ser maravilloso, se ve gris. Y odio que se sepa de mis días malos, no son los que quiero que se conozcan. ¿Qué diablos pasa con mis días buenos? Si son muchos, ¿por qué no aparecen cuando más los necesito? En los días malos hay un cúmulo de cosas negativas que se acumulan y empiezas a recordar todos esos momentos infelices de tu vida, siempre son muchos, y quien no tenga esta mala suerte, le aplaudo.

· La tranquilidad que se siente sólo cuando superamos aquello que pensamos o imaginábamos imposible.
· Exprimo cada segundo, desmenuzo cada instante y las ideas viajan a años luz, sin embargo, nada de lo que digo es lo que realmente siento. Nada de lo que hago es lo que de verdad quise.




Hay un concepto que ronda perpetuamente mi cabeza; nunca se sabe lo que puede pasar mañana. Es más que una impresión o una percepción y está muy lejos de ser una vana sospecha. No sé si clasificarlo como una idea abstracta o concreta, complejo, ¿no? Es tan simple como suena. ¿Cuántas cosas te están pasando ahora que hace 6 meses nunca hubieras imaginado? ¿Cuántas de las cosas que considerabas esenciales hoy te faltan y seguís de pie? ¿Cuánta gente que creías conocer hace un par de meses hoy son completos desconocidos? ¿Cuántas cosas qué hace un año te hacían mal hoy te causan risa? ¿Cuánta gente importante hoy no tiene ni la más mínima trascendencia en tu vida? ¿Cuántas cuestiones constantes del pasado hoy son las más frívolas? ¿Cuánta gente jamás hubieras pensado que te iba a defraudar? ¿Cuánta gente jamás hubieras pensado que hoy iba a estar tan cerca? ¿Cómo te imaginabas tu vida hoy hace sólo tres meses? 



mentiroso