Tenía frío y no pedía fuego,
tenía terrible sed y no pedía agua:
pedía libros, es decir, horizontes,
es decir, escaleras
para subir la cumbre
del espíritu y del corazón.
Porque la agonía física,
biológica, natural,
de un cuerpo por hambre,
sed o frío, dura poco,
muy poco, pero la agonía del alma
insatisfecha dura toda la vida.
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