Me gustaría ser capaz de hacerte sentir el dolor que yo
estoy sintiendo, no para que sufras y te sientas mal, sino para que veas cómo
es, hasta qué punto duele. Ser capaz de hacerte ver que me desilusiona que
cometas una y otra vez el mismo error, el que prometiste subsanar tantas veces.
Hacerte sentir que duele más una promesa rota que una bofetada, una mentira que
otra bofetada, una decepción que otra bofetada más. Te quiero, te quiero
mucho y me gustaría que ahora, mientras lloro, me abraces y me digas que no
va a haber más mentiras. Y me gustaría creérmelo, e ilusionarme y volver a
sentirme viva y llena, y con ganas de hacer mil cosas juntos, con ganas de sonreír
como una idiota sólo porque estoy con vos y soy feliz. Y cuando tomo el
teléfono para decirte que estoy realmente dolida y que no quiero verte, ni que
me llames, se me rompe algo dentro porque sé que esta vez es de verdad. Que
esta noche no voy a llamarte como cada noche, que va a ser la primera vez en
muchísimo tiempo que no es tu voz lo último que oigo al irme para la cama.
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