Cuando no quieras sentir.

jueves, 21 de mayo de 2015

Ella lo miraba con la magia que un 
niño mira un incendio. 
Sin darse cuenta de la tragedia, 
encandilado por su luz que 
ya pronto se extinguiría. 
Y de sus ojos colgaban lágrimas,
como si fueran hiedras
asomando de balcones.
Y de sus manos nacían
racimos de frutas,
que buscaban la humedad
de su tacto.
Y de repente se abrazaban,
ardiendo por dentro,
celebrando el accidente mortal
que sería ese último beso.

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