En los mitos celtas, el ciervo tenía la reputación de estar entre los animales más antiguos. Su elegancia natural lo asoció con las artes, especialmente con la poesía y la música. Para los antiguos celtas, el venado era el rey de las hadas un ser sobrenatural que conducía las tropas de hadas, y humanos elegidos, a su reino en los bosques, el reino de las hadas. La cierva personificaba la feminidad, elegancia y discreción mientras el ciervo nos hablaba silenciosamente pero sin sombra de duda de la independencia, el orgullo y la purificación. El bosque era dominio del ciervo, y de esta forma asumió la protección de sus criaturas. Era un símbolo del sol también, cercanamente relacionado con el dios Celta de la caza habitualmente representado como una criatura astada. La imagen de un ciervo o venado muerto con el pasto en su boca ha asumido un significado especial en el mundo del arte, simbolizando amor no correspondido, amor perdido, o tristeza de amor.

En las representaciones heráldicas el ciervo nos habla de paz y armonía, y se declara "uno que no luchará a no ser que sea provocado".